El tipo --que ya viene medio pelotudo, aunque no tanto-- desde hace un tiempito está aprendiendo que es increíble lo que se puede conseguir cuando uno domina el arte de convencer a los demás de que es un completo imbécil, un vago incorregible, y un irreparable inútil.
Por alguna razón, la gente tiende a asumir que no hay boludo perverso, que no hay infeliz malintencionado y que no hay holgazán dañino.
El tipo --que es idiota, pero no tanto-- a veces se pregunta:
la gente ¿es o se hace?