domingo, noviembre 05, 2006

Roberto Arlt y el estilo

A ver si ahora se entienden un poquito mejor algunas de las críticas anteriores:


Prólogo a Los lanzallamas
Palabras del autor (1931)
ROBERTO ARLT

Del libro Los lanzallamas (Ed. Losada, Buenos Aires, 1977)
Con Los lanzallamas finaliza la novela de Los siete locos.
Estoy contento de haber tenido la voluntad de trabajar, en condiciones bastante desfavorables, para dar fin a una obra que exigía soledad y recogimiento. Escribí siempre en redacciones estrepitosas, acosado por la obligación de la columna cotidiana.

Digo esto para estimular a los principiantes en la vocación, a quienes siempre les interesa el procedimiento técnico del novelista. Cuando se tiene algo que decir, se escribe en cualquier parte. Sobre una bobina de papel o en un cuarto infernal. Dios o el Diablo están junto a uno dictándole inefables palabras.
Orgullosamente afirmo que escribir, para mí, constituye un lujo. No dispongo, como otros escritores, de rentas, tiempo o sedantes empleos nacionales. Ganarse la vida escribiendo es penoso y rudo. Máxime si cuando se trabaja se piensa que existe gente a quien la preocupación de buscarse distracciones les produce surmenage.
Pasando a otra cosa: se dice de mí que escribo mal. Es posible. De cualquier manera, no tendría dificultad en citar a numerosa gente que escribe bien y a quienes únicamente leen correctos miembros de su familia.
Para hacer estilo son necesarias comodidades, rentas, vida holgada. Pero por lo general, la gente que disfruta de tales beneficios se evita siempre la molestia de la literatura. O la encara como un excelente procedimiento para singularizarse en los salones de sociedad.
Me atrae ardientemente la belleza. ¡Cuántas veces he deseado trabajar una novela, que como las de Flaubert, se compusiera de panorámicos lienzos…! Mas hoy, entre los ruidos de un edificio social que se desmorona inevitablemente, no es posible pensar en bordados. El estilo requiere tiempo, y si yo escuchara los consejos de mis camaradas, me ocurriría lo que les sucede a algunos de ellos: escribiría un libro cada diez años, para tomarme después unas vacaciones de diez años por haber tardado diez años en escribir cien razonables páginas discretas.
Variando, otras personas se escandalizan de la brutalidad con que expreso ciertas situaciones perfectamente naturales a las relaciones entre ambos sexos. Después, estas mismas columnas de la sociedad me han hablado de James Joyce, poniendo los ojos en blanco. Ello provenía del deleite espiritual que les ocasionaba cierto personaje de Ulises, un señor que se desayuna más o menos aromáticamente aspirando con la nariz, en un inodoro, el hedor de los excrementos que ha defecado un minuto antes.
Pero James Joyce es inglés. James Joyce no ha sido traducido al castellano, y es de buen gusto llenarse la boca hablando de él. El día que James Joyce esté al alcance de todos los bolsillos, las columnas de la sociedad se inventarán un nuevo ídolo a quien no leerán sino media docena de iniciados.
En realidad, uno no sabe qué pensar de la gente. Si son idiotas en serio, o si se toman a pecho la burda comedia que representan en todas las horas de sus días y sus noches.
De cualquier manera, como primera providencia he resuelto no enviar ninguna obra mía a la sección de crítica literaria de los periódicos. ¿Con qué objeto? Para que un señor enfático entre el estorbo de dos llamadas telefónicas escriba para satisfacción de las personas honorables:
"El señor Roberto Arlt persiste aferrado a un realismo de pésimo gusto, etc., etc."
No, no y no.
Han pasado esos tiempos. El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un "cross" a la mandíbula. Sí, un libro tras otro, y "que los eunucos bufen".

El porvenir es triunfalmente nuestro.
Nos lo hemos ganado con sudor de tinta y rechinar de dientes, frente a la "Underwood", que golpeamos con manos fatigadas, hora tras hora, hora tras hora. A veces se le caía a uno la cabeza de fatiga, pero…. Mientras escribo estas líneas pienso en mi próxima novela. Se titulará El Amor brujo y aparecerá en agosto del año 1932.
Y que el futuro diga.

Roberto Arlt

Blog de pobre

Quiero blogs de pobres. Quiero blogs escritos en los cibers, con teclados mal configurados, a las apuradas; blogs escritos con urgencia, sin estilo, sin tildes, sin esnobismo. Quiero saturar la red de blogs inconsistentes, inconscientes, amargos, risueños, estúpidos o canallas. De estudiantes que usurpen la banda ancha de la universidad, de oficinistas aburridos adictos al café y al porno de internet (ese que ocupa más espacio en el rígido que todos los documentos "importantes" juntos). De adolescentes tristes y lúcidos que prefieran gastarse las moneditas en gritar algo en mayúsculas antes que en agarrarse a tiros o patadas virtuales descerebrantes y en red.
Lola
, haceme un favor, terminá la carrera de derecho y dedicate a arruinarle la vida a la gente cara a cara, que probablemente va a ser más lucrativo que esto del blog (o incluso el libro ése en el que te editaron el blog). Y ya que estás, haceme otro favor, no te hagas la bilingüe, (aunque lo seas, la verdad no me importa) y reservá el inglés para las citas, de ser posibles de algún libro interesante, y no de estúpidos clichés sacados de películas o series de televisión. No sos Brascó, nena, así que no te vengas a hacer la simpática ni la barroca, porque no das la talla.
Como suele suceder, este post es una reacción, desmedida, si se quiere, a una de las notas "sociales" o "de tendencias" de la revista Veintitrés. Ojo, todo bien con los chicos de Veintitrés, pasa que las cosas que describen suelen ser bastante indignantes. En el número de esta semana, hay un reportaje a una tal Lola Copacabana, otra estúpida con banda ancha y mucho tiempo libre. Madre soltera, estudiante de Derecho, y mantenida por su papi, según la información de la nota. Y la verdad es que no me importa. Prefiero entrar a un blog de "geeks", para mantenerme al tanto de sus entrañables y bizantinas discusiones sobre la última distribución de Linux, antes que dedicar mi tiempo a leer algún pormenorizado (o esquemático, da igual) relato de las pajas de esta histérica nena de de papá, o su "relación" con su vibrador (sic). Creo que ya comenté que escribir un blog es casi la metáfora perfecta de la masturbación; pues bien, postear tus pajas ya es demasiado redundante, sobre todo si no hay nada que lo justifique (un buen texto sería un justificativo, por ejemplo; pero ni ahí).
Aclaro, por las dudas, que esto no es nada personal contra esa tal Lola, a quién no conozco ni me interesa conocer. Es una reacción contra los blogs de "gente bien". Esa gente para quien escribir su diarito en internet es un divertimento más. Esa gente que puede hablar de sexo sin vergüenza ni prejuicios, lo que en el fondo es siempre algo sospechoso. Esa gente que está interesado en hacer un blog "glamoroso", "inteligente", "chic" o lo que ustedes quieran. Para ella/os, el estilo es importante, así como el rosadito de fondo, las imágenes, etc. Sobre todo este tema, prometo publicar el prólogo a Los Lanzallamas, de Arlt. La idea es que detrás de todo eso no hay nada, o mejor dicho, asoma su blonda melena la vieja idea conservadora, estéril, elitista y lamentablemente inmortal: "nada cambia, las cosas son como son, hablemos de pelotudeces sin dejar de ser ingeniosos, que la vida está para disfrutarla, mal que les pese a los pobres imbéciles, incrédulos, pobres, deprimidos y deprimentes arengadores de las causas nobles". Lo cual, bien pensado, también es un planteo político, y de los peores, si vamos al caso.
Ya que estamos, y para que no se me acuse de meter a todos en la misma bolsa, voy a defender a otra "nena de papá", con blog y libro. La chica es Cielo Latini (no sé si es seudónimo o su nombre real); su blog ya no está disponible en la red y el libro que editó se llama Abzurdah. Aclaro que todavía no me lo compré, y no sé si lo voy a hacer. Pero leí extractos, y también notas que le hicieron a la autora. Confieso que me enamoré un cachito. Esta chica fue una anoréxica militante e inteligente que mantenía un blog muy popular sobre el tema, y que llegó a estar muy cerca de la muerte. En las fotos se la ve hermosa (aunque para mi gusto todavía le faltaría subir unos kilitos); pero sobre todo, es de respetar el hecho de que la mina escribe "sobre algo"; cuenta (a aquellos que necesiten enterarse) cómo es eso de planificar metódicamente la autodestrucción. Y, por supuesto, la chica sabe escribir. O sea, una nena de papá (cuyo libro Lola califica de "diario morboso") contra otra nena de papá, que ni siquiera tiene lugar para el auténtico morbo en ese cerebrito de "chewing gum" (queda más cool que decir "chicle", o "goma de mascar") que no para de postear "ingeniosidades" snob.

( "Cielo, ¿me das tu número?")
Lo único que me decepciona un poco es que haya caído en todo ese pozo con la excusa de un estúpido que no le daba bola. Supongo que las mujeres son así (ruego a las eventuales lectoras no se sientan ofendidas, y que me corrijan si les parecer que me equivoco). Son así, decía: capaces de dar caza a la Gran Ballena Blanca sólo si tienen alguien al otro lado del océano a quién llevarle el botín. Lo cual no está del todo mal, porque suelen tener más éxito que nosotros. O sea, si Ahab hubiera sido mujer, Moby Dick ya estaría adornando el cuello de las camisas de su marido, lo cual no la haría ni un poquito menos cornuda, pero ése es otro tema...