miércoles, septiembre 11, 2013

Póstuma victoria de San David


«Mas, afortunadamente, sucede que, ya que la razón es incapaz de disipar estas nubes, la naturaleza por sí misma se basta para este propósito y me cura de esta melancolía y delirio filosófico, ya relajando esta tendencia del espíritu o ya por alguna llamada o impresión vivaz de mis sentidos, que hace olvidar estas quimeras. Como, echo una partida de ajedrez, converso, me divierto con mis amigos, y cuando después de tres o cuatro horas de diversión vuelvo a estas especulaciones, me parecen tan frías, violentas y ridículas, que no me siento con ánimos de penetrar más adelante en ellas.» 
(Hume, David. Tratado de la Naturaleza Humana,  Libro  1, Parte 4, Sección 7.)


«A pesar de mi amistad con el prof. Reid y con el dr. Beattie, que a veces pienso que han hecho trizas la telaraña de escepticismo entretejida por el señor Hume, con frecuencia sigo sintiendo esa fascinada inquietud que inspiran las dudas del señor Hume, sin contar mi incapacidad de disiparlas por medio de la lógica y la metafísica. Quise que el prof. Kant me aclarase cómo había rebatido al señor Hume. "Señor -dijo-, la verdadera metafísica de la vida está en el buen comer y beber. La filosofía escolástica, por el contrario, interfiere en la digestión al bombear la sangre al cerebro en el momento en que más necesaria es en el estómago, así que tengo por máxima vital no considerar temas especulativos mientras se almuerza." No había tenido noticia de la muerte del señor Hume, cosa que le apenó cuando le relaté que el pobre David había muerto a causa de un reflujo y mofándose de la religión hasta el final. En vano traté de sonsacarle su postura sobre la libertad y la necesidad, sobre la inmaterialidad del alma, sobre los espectros y la clarividencia. No se prestó. Tenía que hacer la digestión.»

(Boswell, James. James Boswell visita al Profesor Kant. 2012, Segovia: ed. La Uña Rota. Trad. Miguel Martínez-Lage. p. 37)