lunes, agosto 28, 2017

Unheimlich (Med. II)

Estaba solo. Llegaba a un edificio con escaleras de mármol. En el hall era interceptado por una señora muy maquillada, de chaquetita roja, que me daba la bienvenida y se reía antes de desaparecer por una puerta lateral. Cuando atravesé la puerta descubrí que la exposición todavía no había comenzado. Otra señora, muy seria frente a una mesita de plástico, me miraba con suspicacia, pero no decía nada. ¿Habrá visto a quién saludé a la entrada?
Seguía solo. Sin curiosidad, me dediqué a recorrer un salón lleno de globos pintados. Colgaban del techo, de las paredes, había racimos que se elevaban desde el suelo. Los excesivos colores, los bruscos diseños, todo sugería una mano infantil (o senil), animada por un entusiasmo impenetrable, prolífico y violento. No era el horror de la esfinge lo que me oprimía el pecho; era la muda contigüidad de lo monstruoso. Me atreví a admitir que sabía perfectamente el nombre de la señora del hall y que todo era mi culpa (como suele suceder en estos casos). Como también es costumbre, en ese momento entendí que ya era tarde. En minutos llegarían los mozos, las bandejitas con canapés, las cámaras de televisión. En sueños es inútil cerrar los ojos.

sábado, agosto 19, 2017

Los únicos privilegiados

–¿Por qué no habrán mandado a una mujer? Ellas siempre se dan más maña con estas cosas.

Las etiquetas se enredan en los dedos gordos del cabo Sosa. Las despega de a una (es el mejor método). Las aplica con esmero. Le preocupa que queden bien rectas, parejas. Desperdicia unas cuantas, pero pasa nada. Total mandaron de sobra. Putea un poco (ya es costumbre, casi como rascarse), pero no pierde el buen humor: está cumpliendo con su deber.

Un tipo disciplinado, macanudo, el cabo Sosa.

https://buff.ly/2vPOhJM

lunes, agosto 07, 2017

Vulnerant Omnes

Una leyenda talmúdica nos dice que
 una legión de ángeles nuevos 
son creados a cada instante para, 
tras entonar su himno ante Dios, 
terminar y disolverse ya en la nada.
Walter Benjamin, 
Presentación de la revista Angelus Novus (Obras II, 1, p. 250)


... hecho de polvo y tiempo, el hombre dura
menos que la liviana melodía,
que sólo es tiempo...
Jorge Luis Borges, 
El tango (El otro, el mismo, 1964)