miércoles, agosto 26, 2009

Martillo de barro (o Rompiendo con cuidado)

Debo confesar que sugerir que podemos (y debemos) romper con la historia, despegarnos de la tradición, o cosas por el estilo, me suena bastante ridículo. Pero no menos ridículo es sugerir que podemos (y debemos) ser fieles a la historia, sumergirnos en la tradición, o cosas parecidas.
Si es imposible lo uno, es imposible lo otro. ¿Desde dónde sumerginos, y hacia dónde, sino es desde y hacia la misma tradición (en la que ya estábamos sumergidos desde antes de empezar)? ¿Con qué romper la historia, más que con herramientas tan históricas como cualquier otra?

Y sin embargo, como bien dicen los que saben, no hay tradición más antigua ni liturgia más revolucionaria que este cotidiano empantanarse entre abismos y murallas...

A pesar de las imposibilidades.
A pesar de tantos sabios consejos.
Y también a causa de todo eso.