Me parece una tontería más bien lindante con la desfachatez proponer, por un lado, que la filosofía debe ser una disciplina "independiente" de más o menos cualquier otra investigación o intento de explicación en los que se afanan diariamente millones de personas, y al mismo tiempo exigir que a la filosofía se le "reconozca su espacio" en el resto de las disciplinas ("espacio" que viene estando más o menos en el medio, y siempre un escalón por encima de cualquier otra). Ahora resulta que antes de hacer un estudio epidemiológico, el bioquímico va a tener que darse una vuelta por el aula de filosofía para que le expliquen las categorías "correctas" según las cuales redactar su informe. A estos activistas desenfrenados de la "filosofía soberana" me permito formularles lo que para el resto de los mortales se trataría de una pregunta retórica: ¿no será al revés?. ¿Qué científico/a --o mejor, qué persona-- se va a negar a que le ayuden a resolver sus problemas? ¿Quién va a rechazar buenas teorías sólo porque se le ocurrieron a un/a filósofo/a?
El cuento de la victoria moral es para los hinchas del equipo que pierde siempre. Creo que la tesis es del insigne erudito Marcelo Araujo; pero como el fútbol no es lo mío, prefiero adjudicársela a Nietzsche (que no será lo mismo, pero creo que tiene un libro con un título parecido...)