martes, abril 01, 2008

La Cátedra de Babel

El tipo y un compañero de curso están decididos a presenciar su primera clase teórica de Epistemología (materia de extendida y ríspida fama, si las hay). La obstinación, la timidez o acaso el ciego motor del caos los llevan de pasillo en pasillo; de aulas desiertas a hostiles aglomeraciones; del entusiasmo a la resignación.

El tipo empieza a barruntar que acaso el aula es todo el edificio; el profesor, el destino; la lección, la experiencia (o el tedio); y el edificio es el mundo, su itinerario, un oscuro laberinto de elecciones equivocadas... y así quién sabe cuántas payasadas más o menos borgeanas...

Resuelven, por tanto (y provisionalmente), confiar su fortuna a la buena voluntad de algún caritativo congénere. Sin dar un paso más, el tipo apunta con el mentón hacia la primera puerta que ve abierta y consulta con perentoria humildad:

"¿esto qué es?"

Ante lo cual, la buena señora cuya providencial presencia otorga un inesperado papel en el drama académico que nos ocupa, se ve en la obligación de responder:

"El Teórico de Epistemología. Primer Año."

El tipo (no sin cierto comedido heroísmo) se apura a arrastrar a su compañero hasta la puerta en cuestión --que resultará ser, según se confirmara más tarde, la entrada al Salón de Actos de la venerable institución--. Lo apremiaba el horario, y se abocó sin demora a encontrar un lugar en el concurrido recinto. Ya tendrá tiempo luego de reflexionar sobre la maldad o la estipidez intrínseca de la especie humana.

"Tetas , porque ustedes ven que digo tetas y todos prestan atención. Tetas. Es como una caricia al oído, ¿no? Una tibieza atávica, una mariposa de ternura... ¿No les parece?... Miren, si no, cómo hasta los dos alumnos que acaban de entrar, y no tienen idea de lo que veníamos hablando, se paran a escuchar..."

El tipo ya no está para ofenderse, ni siquiera para acusar recibo. Intenta, con inocencia, bosquejar mentalmente una descripción del orador: fracasa espectacularmente. Atina sólo a minimizarse en su asiento, con humildad de roedor perplejo.

"...porque si yo digo que estuve viendo tetas, tetas grandes, generosas, desparejas, respingonas, antipáticas, abismales, chuecas, chiquititas, explosivas... De todo, fíjense ustedes... Digo tetas libres, sueltas, tetas caídas, tetas autóctonas, tetas crueles, tetas de diseño, tetas desparramadas, tetas asquerosas, tetas inocentes, tetas largas, tetas blandas, tetas espeluznantes, tetas frígidas..."


El tipo reflexiona que la Epistemología debe de ser algo un tanto más interesante que lo que le habían informado. Por las dudas, sigue escuchando...

"Si yo les digo que estuve viendo todas esas tetas que les digo que estuve viendo... y después les pregunto, ¿estuve mirando tetas? ¿Ustedes qué dicen? ... Respóndanse primero a sí mismos, no aventuren cualquier respuesta..."

El tipo aguanta sin mínimo amago de sonrisa, y para estas alturas ya se cree con pleno derecho a considerarse un auténtico estoico de la educación superior.
"...representaciones, porque lo que comparaba eran representaciones, ¿entienden?..."

Ni mueca de asombro, ni suspiro delator; el tipo, todo un maestro zen.
" Porque ahora todo el mundo se 'separa'. Bah, dice que se separa. Porque nadie se separa de aquel al que el amor lo unió por aunque sea un segundo... Y ni les cuento de los que hablan de las causas... que el trabajo, que la secretaria, que no se le ríen de los chistes, que el tema del chizito insatisfactorio o la inadecuada lubricación. No entienden que nadie se separa de nadie. ¿Y si tienen hijos? ¿Qué van a hacer? ¿Los van a descuartizar? Si me decís que estás vivo no me podés decir que tus padres están separados, porque están en tu cuerpo. Y si te enfermás o te morís, seguro tus padres van juntos al hospital o al entierro..."

El tipo entiende (ahora, mientras escribe estas líneas) que su limitado espíritu no retiene toda la amplitud del discurso, sino las partes más pobres, más mezquinamente sensatas. Pero en aquel entonces (que seguirá siendo ahora a los efectos de la coherencia de la narración, y a despecho de la sintaxis) el tipo se plantea seriamente que, de tener a mano una conveniente cámara escondida, nada le impediría dejar chiquito al mismísimo Buñuel; se convence de que, si fuera poseedor del provechoso arte de la taquigrafía, no se le haría muy difícil encontrar un editor con el coraje de revivir el surrealismo. Se cuestiona aún, aunque brevemente, sobre la naturaleza de la disciplina epistemológica, pero le han advertido que la Academia opera de maneras misteriosas. Además, se está divirtiendo demasiado, y encima gratis.
El orador naufraga gozosamente por sucesivos o simultáneos océanos de incoherencia. Enseña, a su manera, que lo vulgar y lo épico son puntos de un mismo círculo.
Llegado cierto feliz (o fatal) momento, el tipo y su compañero de aventuras se evaden del vertiginoso trance mediante una nueva consulta. Esta vez, va dirigida a una bonita joven con comprensibles trazas de mártir, o tal vez de zombie, pero su contenido es similar a la anterior.

"¿...?" (el tipo)

"Fundamentos de Psicólog..." alcanza a articular la solícita vampiresa mientras nuestros esforzados héroes emprenden una digna pero no por ello menos expeditiva retirada a lo largo y ancho del pasillo central.

"Claro, llegaron cuando hablábamos de tetas, y ahora que mencionamos úteros y placentas, estos alumnos huyen... ofendidos, seguramente, por mis palabras. Lo que me recuerda..."

El mundo es siempre más pequeño después de una larga travesía. En comparación, la breve entrevista con el profesor de Epistemología --que les explica que comenzará a dictar sus clases la semana siguiente-- tiene sabor a trámite y a derrota.

Sobre el tema del campo...


" And the riot squad they're restless
They need somewhere to go"

Bob Dylan, "Desolation Row"