lunes, agosto 29, 2011

Los Nombres divinos y otros efectos de la resaca

Pseudo Dionisio Areopagita reflexionó que si el nombre nos parece apropiado, es necesariamente engañoso, y que mientras más distancia haya entre lo que creemos que el nombre representa y aquello que efectivamente nombra, mayor es su exactitud y su verdad. El Dios de los Salmos es un hombre recio que despierta con resaca. Ese símbolo es infinitamente más cercano a Su divina naturaleza que los cotidianos rayos solares, el mundanal ciclo de las estaciones, los esporádicos relámpagos o los oscuros manantiales, con los que se entretuvo por milenios la imaginación de los paganos. La Letra (que es el Verbo) enseña que toda Cercanía se engendra en la Distancia. Y en la Letra se inscriben los Nombres, que habitan (desbordan) la cercanía de lo incomprensible.

jueves, agosto 25, 2011

Me llamaban Caín. (derivativo)

«Los ojos de tu carne ven el brillo
Del insufrible sol, tu carne toca
Polvo disperso o apretada roca;
Él es la luz, lo negro y lo amarillo
Es y los ve. Desde incesantes ojos
Te mira y es los ojos que un reflejo
Indagan y los ojos del espejo.
Las negras hidras y los tigres rojos
No le basta crear. Es cada una
De las criaturas de Su extraño mundo:
Las porfiadas raíces del profundo
Cedro y las mutaciones de la luna.
Me llamaban Caín. Por mí el Eterno
Sabe el sabor del fuego del infierno.»

"Él", JLB, El otro, el mismo (1964), En Obras Completas, p.898.

*Y acá, por Pedro Aznar, con la rabia (inevitable) de toda lucidez inesperada.


** Ya que estamos derivando, aprovechamos para inaugurar la sección "vértigos afines",
invitándolos(as) a darse una vuelta por el post "Sobre la Nada", de Valentín Ibarra, un amigo de la casa.