lunes, febrero 18, 2008

Wasteland

El campo de juegos de nuestra infancia --ese feroz paraíso de aromas explosivos y esquivos fulgores, ese pedazo de lo mejor de nuestro aliento-- es hoy poco más que un baldío memorable.

Y por más que duela en el centro de la frente,
por más que joda,
por más vueltas que le demos,

la culpa no es del tiempo

la culpa no es de otros.


Papá Noel no existe.

Pero hay tantas otras crueldades
que no supimos comprender a tiempo
que se hoy se abalanzan
con el siniestro peso
de las certezas
tristes.

¿Por qué será la daga más afilada
siempre la más inevitable
la más irresistible
la más inútil?

La culpa nunca espera
ni se hace esperar

ni respeta las reglas más sencillas
más elementales

¿Dónde habremos perdido los zapatos
y el agua fresca?
¿Por qué el buen Dios ya no siembra
pasto de Reyes?

¿Y dónde está el tramposo
que sopla todas las respuestas?