domingo, octubre 23, 2011

Drogas Duras

Instrucciones para evitar resacas, adicciones y efectos secundarios.

No dejes que te convenzan de aspirar la luz de la mañana,
de aspirar a la grandeza, a la bondad, a la aspirina.
(Y, ya que estamos, por favor no te permitas chistes malos ni juegos de palabras ni guiños ni maldades ni fallos ni reincidencias ni redundancias ni dislálicas, obvias influencias.)

No te abandones al confortable sopor de la mediocridad pero aprende a escapar también del áspero y mezquino camino a la excelencia.

No leas Dostoievsky, ni Salinger ni Whitman. Sobre todo nada de Whitman. No importa cuántas veces te lo ofrezcan, no se te ocurra escuchar a la Negra Sosa, y menos a un tal Fandermole.

Bach, ni en broma; Hendrix, ni una dosis. Mantente lejos de todo tango y no accedas a la milonga traicionera. No añores la dulce zamba ni consientas el impúdico blues de los desesperados.

No transes ni por vicios menores. Resígnate a abdicar definitivamente de tus certeras opiniones, dejar Shakespeare a los eruditos, las caricias a las madres y los abrazos a los amantes.

No te zambullas jubiloso en la profunda superficie de la siempre inexplicable primavera.

No te asustes, no te emociones, no te humilles, no te traiciones. No pruebes nunca el tibio licor de la derrota.
No te enganches en el escepticismo y mucho menos en la fe: dura poco y de todas maneras es casi imposible conseguir de la buena.

No quieras enamorarte. No te enamores.

Aléjate de todo vértigo y todo misterio. Pero sobre todo, hagas lo que hagas, nunca, pero nunca te permitas soñar lágrimas de mujer.

(publicado originalmente el 12-02-08)