viernes, marzo 30, 2007

Hacker sentimental

Se dice que algunos hackers saben de memoria miles de líneas de código. Lo cierto es que para ser un buen hacker lo más importantes es comprender cómo funciona el programa o sistema que se pretende atacar. En general, ésta no es una situación que me preocupe demasiado. Después de todo ¿a quién le importa que un virus le haga perder millones a Guillermito, o que algún inescrupuloso (además de Guillermito) aumente extraordinariamente su cuenta bancaria a costa de miles de usuarios imprudentes?
El problema es que algunos de estos especímenes son verdaderos artistas, y no es una situación cómoda el verse convertido en objeto de sus talentos; y mucho menos cuando éstos se extienden mucho más allá de sus dominios habituales. Personalemnte, debo reconocer que mis medidas se seguridad son análogas en forma e ineficiencia a las del buen amigo Puertas. Es decir, que mi estrategia consiste básicamente en inunduar a los potenciales atacantes con documentación superflua, aclaraciones, menúes de ayuda incomprensibles, etc. Probablemente así se explique el hecho de que nunca me calle, y pocas veces diga la verdad. Desafortunadamente, soy más transparente y vulnerable que el mismísimo SO de las ventanitas. Y acá es donde se complica la cosa. Hay personas (no son muchos los que se toman la molestia, pero algunos quedan...)que se dedica a explotar esas fallas. Acepto que sus intenciones sean de lo más nobles, o incluso que no puedan dejar de hacerlo aunque se lo propongan. Pero eso no evita que me resulte incómodo que esa porción de código que es casi mío (y que probablemente valga más que todas mis líneas juntas) me siga llenando de pantallas azules hasta los cielos más claros. Por supuesto, el hecho no es catastrófico ni dramático (con el tiempo me convertí operario resignado y casi competente), pero igual me jode.
Quién hubiese nacido Linux. Potente, complejo pero confiable; generoso, sin secretos ni pequeñeces. La vida sería más tranquila, y acaso más aburrida; y eso sin contar que algun@s valios@s hackers no se habrían fijado jamás en uno.
Y sin embargo...
Éste sigue siendo mi blog. Mi dirección de correo está entre los datos de mi perfil. Mi cariño y mi respeto siguen donde siempre, aunque a veces se me acaba la paciencia para culebrones on-line.