Acabo de terminar “Operación Masacre”, de Rodolfo Walsh. Estoy profundamente confundido. Ahora veo claramente que no entiendo nada de literatura, no entiendo nada de política, de historia... Nada de esta “realidad” que, a falta de fórmulas más concisas, denominamos humana. No estoy seguro de que Rodolfo Walsh haya entendido más que yo, pero es el único que puede asestarme esta perplejidad vibrante y helada. Desde la imprenta, desde la tinta y la sangre, desde esa tumba ubicua y abierta que no existe y que es de todos, desde su cadáver acribillado y desaparecido, hay un tipo que logra que vuelva a mirar un libro como quien contempla un arma cargada.
Hoy pensaba postear el prólogo a “Los Lanzallamas” de Arlt. Ahora ya no le veo sentido. Igual no dejen de leerlo, y de rezar (o de dudar) por mí y por todos , que yo trataré de hacer mi parte. (No lo merezco, no lo merecemos; pero si no lo hacemos nosotros no lo hace nadie.)
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