martes, enero 30, 2007

Muchas Gracias

...por los comentarios. (no entendí ese que me mandó una nota de M. E. Walsh, pero igual estaba buena y también le agradezco)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

a veces pienso que tenemos mil cristales entre los que podemos elegir para mirar la vida, para salir al mundo, son como lentes oscuros o claros...de colores brillantes o negros como la desesperanza...si realmente quisièramos que el tiempo no pase lo harìamos màs lento...correrìamos menos...atesorarìamos cada instante...usarìamos menos la lupa del pasado y los prismàticos del futuro...nos pondrìamos lentes sin aumento para ver la real dimensiòn de las cosas...usarìamos los transparentes...para dejarnos sorprender x los refulgentes colores del presente....y como dice "En lo fatal" Rubèn Darìo..."el temor de haber sido, y un futuro terror, y el espanto seguro de estar mañana muertos y sufrir por la sangre por lo que no conocemos y apenas sospechamos...y la carne que tienta con sus frescos racimos y la muerte que aguarda con sus lùgubres ramos, y no saber adonde vamos ni de donde venimos..."

Creo firmemente que es hora de descartar la tristeza y la desesperanza pero con energìa Juan!!!!!!!!esperar èste Jueves,unico, irrepetible, pero no como si fuera el ùltimo, sino el primero!!

Anónimo dijo...

Ya no hablamos siquiera porque nos hacíamos daño. O por lo menos a mí me lo hacía. A veces viene alguien y me habla de vos. Me cuenta que estás bien y yo sonrío tranquila y triste. O me cuenta que estás mal y yo ni sonrío ni me quedo tranquila; sólo triste.

Cuando eso ocurre vienen a visitarme mis fantasmas interiores. Y al caer la noche suben el volumen de mi monólogo interior y me encuentro dialogando contigo en mi cabeza. Pero pronto el diálogo se convierte en discusión. Te echo en cara cosas. Te pido perdón por las que hice.

He aprendido dos cosas: que por muchas razones que tengamos, nunca tendremos razón. La verdad no es de nadie. Quiero decir que la verdad no pertenece a nadie, que ella, como sinónimo de la realidad, se nos impone a todos. Somos muy tontos los seres humanos. Nos cuesta asumir que ha pasado lo que ha pasado. Cerramos los ojos. Deseamos que nuestro amor sea tan grande que lo haga desaparecer. O nos drogamos hasta la inconsciencia para procurar olvidarlo. Nada sirve. La verdad, la única manera de enfrentarla, es asumirla. Por dolorosa o triste que sea.

La segunda cosa que aprendí es que por las puertas que dejamos abiertas, y que son necesarias, podría entrar cualquiera. Eso asusta. Nosotros quisiéramos a veces que fuera el mismo renovado. Pero a lo mejor entra otra persona. Y sólo puedo darte un consejo: déjale. Deja que entre cualquiera por las puertas que dejas abiertas en tu vida con alegría. Que hay cosas de la piel que sólo se arreglan con otra piel. Que quien no nos conoce nos lava heridas y nos da oportunidades. Mercromina para el alma.

Y al cabo, como no hay dos sin tres, quizá he aprendido otra cosa: todos, hasta el más miserable, somos más que cicatrices. Que no es cuestión de esconderlas, pero también hay regiones en nuestro corazón que son anchas praderas de hierba blanda donde tumbarse a compartir la vida.

Así que creo que ya te ha llegado el momento. Eres libre. El universo te perdona.
Vos sabés de mí...