La superación de la religión como felicidad ilusoria del pueblo es la exigencia de que éste sea realmente feliz. La exigencia de que el pueblo se deje de ilusiones es la exigencia de que abandone un estado de cosas que las necesita. La crítica de la religión es ya, por tanto, implícitamente la crítica del valle de lágrimas, santificado por la religión.
Mis ilustrísimos camaradas libertarios, adhiero a vuestras despiadadas críticas a la peregrina caminata del feligrés promedio por este páramo de lágrimas. Pero adhiero además a aquellas conciencias de extrema precariedad cultural, social, económica. Son realmente siervos (con s) porque son la parte humilde de la relación feudal, son trabajadores de la tierra que “ganan” y nunca les alcanza el pan con el sudor de sus frentes. No son responsables de sus ideales salvíficos, son esperanzados-sin-esperanza.
Ahora, distintos y siniestros son los “monjes negros”, la iglesia-clase-alta, los misóginos y misóginas, los que como dice Spinoza hacen de dios un uso político y moral. Esos: los violadores, los pedófilos y las hordas de encubridores, a esos personajes hay que denunciar con la palabra, con el escrache, con la ilustrada posibilidad.
Es tarea del filósofo (no del profesor de filosofía) ayudar a sacar de la caverna y a salir de la caverna (nosotros mismos), pero eso debe ser un acto ético-emancipador, no una burla despiadada e intolerante, porque entonces nuestras letras se transforman en puñuales que hieren de muerte al Otro.
Camaradas: Por las dudas aclaro que este no es mi blog "de filosofía". Todos los pataleos con ínfulas estéticas que me arriesgo a publicar por acá son meras reacciones (casi nunca meditadas)ante algo que me pasó. No es mi intención que los amables lectores coincidan conmigo, ni que admiren mis irreflexivas expansiones. Dicho lo cual; lo que pretendía decir es que me dio tristeza en serio, las pobres viejas (pobres) en sus sillitas desde ayer a la tarde. Y todo eso al lado de los puestos de choripán, de tipos a los que tampoco les queda otra que andar siguiendo procesiones con la esperanza de alcanzar el mango. Con este frío y esta lluvia, si encima se me escapa la ironía, terminaría pidiendo asilo en algún templo... Abrazos, y gracias por pasar!
Ah, y el chiste "académico" (y elitista) estaba en el título, nomás, que Uds., filólogos avezados en exquisiteces etimológicas, sabrán descifrar sin "fatigar enciclopedias"...
7 comentarios:
La superación de la religión como felicidad ilusoria del pueblo es la exigencia de que éste sea realmente feliz. La exigencia de que el pueblo se deje de ilusiones es la exigencia de que abandone un estado de cosas que las necesita. La crítica de la religión es ya, por tanto, implícitamente la crítica del valle de lágrimas, santificado por la religión.
Mis ilustrísimos camaradas libertarios, adhiero a vuestras despiadadas críticas a la peregrina caminata del feligrés promedio por este páramo de lágrimas. Pero adhiero además a aquellas conciencias de extrema precariedad cultural, social, económica. Son realmente siervos (con s) porque son la parte humilde de la relación feudal, son trabajadores de la tierra que “ganan” y nunca les alcanza el pan con el sudor de sus frentes. No son responsables de sus ideales salvíficos, son esperanzados-sin-esperanza.
Ahora, distintos y siniestros son los “monjes negros”, la iglesia-clase-alta, los misóginos y misóginas, los que como dice Spinoza hacen de dios un uso político y moral.
Esos: los violadores, los pedófilos y las hordas de encubridores, a esos personajes hay que denunciar con la palabra, con el escrache, con la ilustrada posibilidad.
Es tarea del filósofo (no del profesor de filosofía) ayudar a sacar de la caverna y a salir de la caverna (nosotros mismos), pero eso debe ser un acto ético-emancipador, no una burla despiadada e intolerante, porque entonces nuestras letras se transforman en puñuales que hieren de muerte al Otro.
Camaradas:
Por las dudas aclaro que este no es mi blog "de filosofía". Todos los pataleos con ínfulas estéticas que me arriesgo a publicar por acá son meras reacciones (casi nunca meditadas)ante algo que me pasó. No es mi intención que los amables lectores coincidan conmigo, ni que admiren mis irreflexivas expansiones.
Dicho lo cual; lo que pretendía decir es que me dio tristeza en serio, las pobres viejas (pobres) en sus sillitas desde ayer a la tarde. Y todo eso al lado de los puestos de choripán, de tipos a los que tampoco les queda otra que andar siguiendo procesiones con la esperanza de alcanzar el mango. Con este frío y esta lluvia, si encima se me escapa la ironía, terminaría pidiendo asilo en algún templo...
Abrazos, y gracias por pasar!
Ah, y el chiste "académico" (y elitista) estaba en el título, nomás, que Uds., filólogos avezados en exquisiteces etimológicas, sabrán descifrar sin "fatigar enciclopedias"...
es feo arruinar un verso con tanta chachara... perdone usted.
jeje...
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