Qué maravilloso si el sufrimiento sirviera para algo. Qué bueno sería si pudiéramos encontrarle alguna utilidad (como, por ejemplo, hacer funcionar una licuadora). Por fin podríamos dedicarnos a sufrir como Dios manda, o a hacer sufrir a los otros --tarea infinitamente más sencilla que la de ser feliz o tratar de hacer feliz a alguien.
3 comentarios:
como siempre Ud no deja de sorprenderme gratamente con sus distracciones, me gusta incluso disintiendo con la cuestión central, en mi opinión el dolor sirve, pero es algo para debatir con un cajon de cerveza de por medio, como en los viejos tiempos...
Yo sabía que lo de "como Dios manda" y el "Edén del título podía herir (o al menos erizar) sensibilidades (aunque era mayormente un giro idiomático).
Efectivamente, el tema amerita (como mínimo) un porrón. Pero mi planteo es "conceptual", digamos. No parece intuitivo calificar el dolor como un bien ("en sí mismo", digamos). Por eso, creer que de alguna manera tenemos el deber de sufrir es algo que sólo podría justificarse apelando a la utilidad del sufrimiento. Pero no parece que la utilidad o inutilidad de los actos dependa de que llevarlos a cabo resulte más o menos penoso para el que los realiza. Y por el otro lado, también resulta difícil imaginar actos auténticamente virtuosos pero carentes de consecuencias ("por sus frutos los conocerás", y todo eso). Una respuesta sería decir que la cosa falla por la base: es difícil aceptar que "sufrir" (o, ya que estamos, "creer") sea algo que depende de nuestras decisiones. Un conocido eslogan dice que "deber implica poder"; es decir, nadie podría tener el deber de hacer aquello que es incapaz de hacer. Lo curioso es que, si aceptáramos que efectivamente la elección entre sufrimiento o felicidad está en nuestro poder, volveríamos a la misma conclusión. Recordemos que "felicidad" suele describirse -no definirse- como eso que todos desean o intentan alcanzar (aunque, por supuesto, nadie tenga la más puta idea de en qué consiste). Claro que también es posible que todas estas "sesudas disquisiciones" no ayuden demasiado en tales temas, y que la solución provenga de cosas más nobles, como la cerveza y la grata compañía de los amigos. Pasa que yo a veces me pongo medio fanático, y me avergüenzo solo (sabrás disculpar). Un abrazo grande, loco!
Estimando amigo. Ninguna de las dos cosas que mencionaste (el "como Dios manda" y el Edén del título) erizaron, ni mucho menos hirieron ninguna susceptibilidad. Mi planteo también es conceptual, aunque mi "conceptual" esta menos plagado de conceptos y es mas bien intuitivo que otra cosa. Por eso es que te digo que será necesario un cajón de cerveza como testigo de una charla que hará que tus hermanos digan: "Estos estan tarados", como en los viejos tiempos ja!
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