martes, agosto 12, 2014

Eppur...

Quizás por falta de talento (o de algo mejor que hacer), cada tanto se abandona al irresistible vértigo de lo que él llama "reflexión". Entre otras profundidades más o menos perennes, le da por pensar cosas como la siguiente:

Después de Homero, ¿para qué escribir un solo verso más?

- Claro que lo mismo podría decirse de Virgilio, de Dante, de Shakespeare, de Quevedo o de Hölderlin, quizás incluso de Whitman...

(Inútil demorarse en tales precisiones. El tipo no se achica: contiene multitudes.)

5 comentarios:

Alicia Abatilli dijo...

¿Quizás por necesidad?
Abrazos, Juan

Juan Rizzo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Juan Rizzo dijo...

Otra posible explicación. Pero sólo funciona si todavía gozás de ciertas capacidades fisiológicas o espirituales.
«Y los gestos del amor, ese dulce museo, esa galería de figuras de humo. Consuélese tu vanidad: la mano de Antonio buscó lo que busca tu mano, y ni aquélla ni la tuya buscaban nada que ya no hubiera sido encontrado desde la eternidad. Pero las cosas invisibles necesitan encarnarse, las ideas caen a la tierra como palomas muertas.
Lo verdaderamente nuevo da miedo o maravilla. Estas dos sensaciones igualmente cerca del estómago acompañan siempre la presencia de Prometeo; el resto es la comodidad, lo que siempre sale más o menos bien; los verbos activos contienen el repertorio completo.» ( http://goo.gl/ty9xRG )
Abrazos!

Alicia Abatilli dijo...

¡Funcionó!
Gracias, Juan.
Yo admiro cada día la admirable que eres. Y lo digo con la verdad.

Juan Rizzo dijo...

Claro que funcionó. Si algo hay que agradecer a Prometeo es la milagrosa presencia de esas (poquitas) personas que hacen que todavía valga la pena arriesgar explicaciones.
¡Te quiero!