Hoy pierdo contra cualquiera. Hoy me humilla el menos pintado. Hoy no hago tablas ni al Tatetí. Y sin embargo me tengo tan contra las cuerdas que no estoy seguro si festejar o tirar la toalla.
Hoy escribo más o menos intoxicado de rencores varios y lástimas propias y ajenas. Más o menos sin ganas de nada.
Y sin embargo acá estoy. Esperando que alguien venga a avisarme de una puta vez que ya está, que no hay vuelta, que no siga intentando.
Es una pose estúpida y vacía esta de tener un blog. Negarse a matenerlo, o ser incapaz de hacerlo, equivale a una pública admisión de derrota.
Como si la poesía fuera a salvarnos. Como si quedaran abrazos para los culpables, piedad para los inútiles, lágrimas para canallas. Como si alguien viera con mis ojos. Como si hubiera un sentido para todo (o al menos para algunas cosas importantes). Como si quedaran cosas importantes.
Escribir o negarse a escribir como si sirviera de algo. Amar o negarse a amar. Como si a alguien le importara. Arroparse en la blanda armadura de comodidad (o de hipocresía o de indiferencia o de miopía o de egoísmo) que llamamos felicidad. O sufrir diariamente el frío infierno de los cómodos, los hipócritas, los cortos de vista, los egoístas.
Ojalá exista alguna diferencia. Ojalá lo mejor y lo peor sean cosas diferentes. Ojalá no termine todo en tablas y ojalá existan derrotas definitivas y perfectas. Así ojalá, algún día, sea posible la belleza.
2 comentarios:
Pancho, este post... no sé me dejó con la admiración a flor de piel. Quién pudiera escribic como vos y quedar tranquilo como que nada pasa.
Dejate de tontas humildades y ya mismo te me pones a escribir la novela por olvidada ya tiene ganas de pegar la vuelta.
De verdad te digo.
Un abrazo.
Alicia.
La belleza es posible si es posible pensarla; existe si hay un contrario, y al vivir ese contrario viviremos la belleza, aunque más no sea en la esperanza de vivirla, de sentirla, verla, tocarla, gozarla. Como pobres miserables, apenas la sospechamos.
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